Había una vez una alumna llamada Rocío, que, por el trabajo de sus padres tenía que viajar mucho.
Un día llegaron a un
pueblo en el que todo parecía normal. Allí se alojaron en una preciosa y
acogedora casa, tenían una vecina, anciana, que , era un poco extraña, como si
le pasara algo.
Esa misma tarde la
anciana montó un mercadillo para deshacerse de las cosas que ya no quería.
Rocío fue ha echar un vistazo por si había algo que le interesara. Solo había
mucha ropa vieja y muebles, pero le llamó la atención una caja con con un
grabado muy extraño, pero era muy bonito y la compró.
Esa noche empezaron
a sucederle cosas muy extrañas. Pero ella pensaba que era por el tiempo, corría
mucho viento y la lluvia chocaba en el cristal con fuerza produciendo un sonido
fúnebre que asustaba un poco.
A la mañana
siguiente, la chica no se sentía bien, y por la noche se sentía observada. Ese
día fue a su casa un amigo de su padre que vio la caja y dijo que no era nada
bueno. El padre se lo dijo a la hija pero ella no le hizo caso, hasta que al
día siguiente la chica se encontró muy mal y se desmalló. Fue a la casa de la
anciana para que le explicara que era esa caja y dijo que era de su antiguo
marido que había fallecido hace poco y le dijo que se librara de ella, sin más
explicaciones. Así que la puso en venta.
La niña se fue a su
casa preocupada, no podía dormir... pero no se rendiría hasta descubrir todo
este lío.
Al día siguiente la
chica empezó a investigar las causas de cómo murió el marido de su vecina.
Decían que murió por causas desconocidas, así que llamó al amigo de su padre
que era experto en estas cosas. Fue a su casa y le dijo que ya era demasiado
tarde para hacer nada, la chica se asustó mucho pero permaneció callada. Le
pasaron muchas cosas a lo largo de estos meses hasta que se la encontraron en
una fuente de la plaza mayor muerta con la caja en los brazos.
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